UN PAÍS PEQUEÑO Y UNA GRAN ECONOMÍA

Islandia se trata de un país de 300.000 habitantes que, a pesar de su reducido tamaño, se considera una de las economías más prósperas y estables de Europa. Esta se encuentra basada en la caza, la pesca y el aluminio. Sin embargo, su desarrollo se vio afectado gravemente con la llegada de la recesión de 2008 con la que se produjo el estallido de la burbuja islandesa. Y es que, en el año 2009, los bancos islandeses tenían unos pasivos valorados en un total de 86.000 millones de dólares frente a un PIB situado en 13.000 millones de dólares. 

 

El origen de la misma tuvo lugar cuando cierto número de inversores comenzaron a obtener préstamos en yenes a muy bajo interés cuyo destino sería la inversión de bonos en Islandia. Así, los bancos islandeses empezaron a ofrecer elevados tipos de interés para atraer depósitos en euros, que consiguió la atención de inversores británicos y holandeses. 

 

De tal forma, comenzó la llegada de capital extranjero, el crédito fluía con gran facilidad, despegando la economía islandesa y creando numerosos puestos de trabajo en el sector financiero. Todo ello conllevó el aumento del valor de la corona y el aumento del poder adquisitivo islandés. Sin embargo, con la llegada de la crisis de 2008, se produjo la trágica bancarrota de Lehman Brothers, esto llevó consigo una serie de consecuencias que se tradujeron en el desplome del valor de la corona islandesa, creciendo con ello la inflación y a la quiebra del 97% de la banca en tan solo tres días, sumiendo al país en la recesión. 

 

 A pesar de todo ello, la recuperación económica de Islandia fue absolutamente impresionante y estuvo fuertemente relacionada con el reciente auge del turismo que ha permitido invertir varios cientos de millones de euros en la capital de Islandia. Y es que, la región ha logrado salir de sus grandes pérdidas y obtener ganancias reales. Aunque la población de 330.000 personas ha tenido que vivir a través de una austeridad paralizante, la mayoría de las medidas impuestas contrastan fuertemente con las adoptadas por otros países afectados por la crisis. Los controles de cambio y de capital han estado vigentes por casi 10 años. Y la isla nórdica nunca ofreció rescatar a sus bancos en quiebra, sino que encarceló a los corruptos banqueros del país.

 

Hoy en día, Islandia posee una tasa de desempleo de solo el 1 por ciento, un crecimiento del PIB de cerca del 5 por ciento y una inversión que se eleva al 8,8 por ciento, los salarios en Islandia han vuelto a sus niveles previos a la crisis. 

 

 


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