El Estado español ha recuperado de nuevo las tasas inflacionarias, recogiéndose la tasa de inflación mayor desde mayo de 1992. De tal forma, España cerró 2021 con un incremento inflacionario del 6,7%. Incluso, el Banco de España ya ha realizado pronósticos para el 2022 estipulando crecimientos mensuales récords del 3,7%, muy por encima del nivel del 2% que el BCE considera idóneo. Es por ello que los pronósticos en relación al crecimiento económico son más bien planos. A pesar de que los países de la UE se encuentran afectados por la misma situación, España sin duda va a la cabeza.
Sin embargo, la causa efectiva del crecimiento de la inflación proviene por el aumento del precio de la electricidad, con valores históricos. Esto ha conllevado un aumento de los costes de producción de las empresas que ha provocado un alza de los precios.
Otra clave se encuentra en los servicios, y es que el Banco de España ya está comenzando a avisar del aumento de los precios de los servicios.
Los rescondos de la inflación han comenzado a dejar paso en la alimentación, afectando a todos los hogares españoles, que tras ser afectados por la pandemia han entrado nuevos frentes que afrontar. El COVID supuso la desaparición de numerosos puestos de trabajo tras el quiebre de las empresas a causa de la cuarentena. La economía se vio sumida en una pausa general que tendría graves consecuencias para la población. Finalmente, las consecuencias de ello se están viendo ahora, y en los tiempos que todavía nos quedan por enfrentar, ya que si por algo se caracteriza esta nueva crisis es por cobrarse tanto los salarios, como las vidas de los ciudadanos; una crisis sanitaria y económica.
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