FELIPE II Y LA NACIENTE DECADENCIA DEL IMPERIO ESPAÑOL

Situándonos en el siglo XVI EN España, nos encontramos en un periodo determinado por la historia como la etapa de los Austrias Mayores (1516-1598). Se trata de un momento político en España que provenía de la unión matrimonial entre Isabel y Fernando, reyes católicos, cuya unión supuso la aparición de la Monarquía Española y la unión dinástica de Aragón y Castilla, las grandes coronas españolas. Teniendo esta última especial relevancia.

Sin embargo, un acontecimiento especialmente transcendente dentro del reinado de este matrimonio fue el descubrimiento de América en 1492. 

Más tarde, se produce el nacimiento del futuro Carlos I de España y V de Alemania quien dejaría a su hijo Felipe II un gran imperio. 


El siglo XVI español constituye una etapa brillante dentro de la era denominada como capitalismo mercantil. En especial esta gran época se debe a la expansión de los territorios hacia el Nuevo Mundo. De esta forma, se creó en este nuevo espacio un mercado, una sociedad consumidora así como la llegada de nuevos productos a Europa, hasta entonces desconocidos. Este momento coincide en Europa con la expansión del mercantilismo, que se trataba de un concepto de riqueza muy ligada a la posesión de metales preciosos. Y es que la masiva llegada de tesoros del Nuevo Mundo y el monopolio que la corona ejerció sobre ellos produjeron una serie de equilibrios que provocaron graves desequilibrios en la economía.


A mediados de siglo, Castilla se caracterizaba por una buena salud de la Hacienda debido a la abundante cantidad de metales preciosos y de la buena salud de su moneda. Sin embargo, a medidos de siglo esta situación dio un giro y es que las monedas y el metal desaparecieron. 

Además, durante esta época los precios sufrieron un gran incremento, especialmente en productos como la lana y el cereal. Por otro lado, los últimos años de su padre habían causado un aumento del déficit así como el deterioro de las relaciones con los asientistas. 

Como consecuencia, Felipe II decidió llevar a cabo el primer sobreseimiento de pagos de deuda a corto plazo (una situación derivada de incumplimiento de las obligaciones del deudor por su situación de insolvencia), pudiendo denominarse como una bancarrota de sucesión. En este momento, todavía estaban pendientes de pago 12 millones de ducados, sin embargo, Felipe II renegoció la deuda, ofreciendo a sus acreedores estos juros a unos intereses cercanos al 7%. 


Al tratar de definir la política macroeconómica de los Austrias Mayores cabe destacar desmesurado gasto necesario para sustentar las constantes guerras en todo el continente. Y es que el gasto público superaba  en la mayoría de los años los ingresos conjuntos de todos los territorios integrantes de la corona, por lo que España en esta época dependía enormemente del crédito. Este crédito estaba presente tanto en el ámbito de lo privado, con figuras como las obligaciones, los censos y las letras de cambio, como en el ámbito de lo público con los juros. Los juros constituían un instrumento de deuda pública, mediante la cual un individuo entregaba dinero a la corona a cambio de un documento en el cual se le autorizaba a cobrar una serie de impuestos hasta la cantidad prefijada. 


Todo ello configuraba un panorama desalentador en consecuencia de la deuda, pues todos los ingresos generados por el país, ya fuera por la recaudación de impuestos o por los beneficios procedentes de América, salían al exterior de forma inmediata con el objetivo de pagar los intereses de los créditos concedidos por estas grandes familias europeas. 


Con lo que refiere a los sectores productivos, la agricultura en este siglo supuso el 90% de la dedicación de la población, y es que el gran aumento demográfico producido en la época (casi un 50% de aumento solo en la población castellana) suponía la necesidad de abastecer a la población. Por su parte, el comercio alcanzó una gran importancia en la época sobresaliendo en este sentido la ciudad de Sevilla. En este momento, el comercio con América constituyó el principal motor de la economía de la época y la Casa de Contratación establecida en Sevilla, cuyo propósito era velar por el mantenimiento del monopolio comercial español con las Indias, se convirtió en una de las instituciones más poderosas de la época. 

Sin embargo, nada de esto supuso la mejora de situación, haciéndose ya en 1557 insostenible y repitiendo en 1575 y 1597. 


De cada una de estas bancarrotas se salía con una renegociación de la deuda y decretando la suspensión de pagos. Por ello, la confianza de los banqueros en la corona era cada vez menor hasta que, como cuenta Van den Brule (2013) aparece la figura de un banquero llamado Simón Ruiz, del que se dice que era un judío converso, el cual introduce un seguro para el caso de bancarrota de la corona por el cual todos los prestamistas asumirían de manera mancomunada las repercusiones de estos impagos.


En suma, es observable que la decadencia en España iba en aumento con el tiempo. Esta situación solo hizo empeorar con la llegada al trono de los denominados Austrias Menores, que junto con bajo interés en las labores de Gobierno aparece la figura del valido como gobernador de la corona así como la gran inflación y crisis demográfica que azotó al país en el siglo XVII llevó a la nación a la época de decadencia del imperio. 



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